En el marco de Cinespaña 2013 el Instituto Cervantes de Toulouse recibió a Lorenzo Silva Amador. El escritor madrileño participó en un encuentro con el público tras la proyección de La flaqueza del bolchevique (2003), una película de Manuel Martín Cuenca basada en la novela homónima de Silva publicada en 1997.
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| Lorenzo Silva Amador en el Instituto Cervantes de Toulouse. |
En el filme, Luis Tosar interpreta a Pablo, quien está cansado de su vida y su trabajo en un banco de inversiones. El detonante de la historia es un choque ocasionado de camino a la oficina. Sonsoles (Mar Regueras), conductora del otro coche, le parece engreída e insoportable y Pablo decidirá hacerle la vida imposible. Un día conoce a la hermana adolescente de Sonsoles con quien comenzará una relación cercana.
Silva comentó que entró en este proyecto por curiosidad. Lo que le gusta es contar historias y el Cine le pareció un medio interesante para interpretar su novela. Trabajó codo a codo con Martín Cuenca para pensar en la mejor manera de adaptar la obra al formato audiovisual, y de esta colaboración surgieron 8 versiones del guión antes de que se lanzaran a rodar.
El escritor comentó que en una parte de la novela hay un monólogo de 15 páginas sobre las relaciones laborales y que eso obviamente no aparece así en la película: " En vez de interpretar los diálogos, mostrábamos la oficina. Los elementos líricos y especulativos en la película no se dicen, sino que son vistos. Hay diálogos que se transforman en miradas, en silencios, en un determinado tipo de planos...", explicó Silva.
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| Silva Amador junto a la directora del Instituto Cervantes, Mª Jesús García González. |
La película no contó con un presupuesto muy alto y eso les hizo enfrentarse a desafíos especiales. Muchas de las escenas ocurrían de noche en la novela y en el interior de un coche. Como los rodajes de noche son más caros, por la iluminación, porque el equipo cobra más, etc, finalmente filmaron la mayoría de las secuencias de día y en exteriores. "Filmamos en exteriores, en otoño en Madrid, donde el tiempo cambia 20 veces por día. La primera escena la hicimos durante dos días en que el tiempo cambió constantemente". Silva explicó que esto trajo problemas particulares, como que hubiera que trabajar mucho la luz y la temperatura de color en la postproducción. "Cosas como la escasez, el azar o el accidente no son las condiciones ideales, pero al final la película acertó a recoger el espíritu de la novela".
¿Algo que echara en falta? La cuota de humor de su obra literaria: "La novela es extraña. Es una comedia, pero luego también es drama y se vuelve una tragedia griega. La palabra es dúctil. El cine es menos flexible, por lo general uno va a ver un drama o una comedia o un dramón... Yo creo que al pasar a cine pereció la parte cómica de la novela".
Texto y fotografía: María José Bello


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